Los flujos de O2 y el sensor que los mide

Sonda Lambda

Como ya sabeis para esta función existe una sonda denominada Lambda, la cual fue introducida en el Volvo 264 de 1976, ahora ya la han equipado más de 500 millones de vehículos. Este componente resulta fundamental en la reducción de los gases de escape y en la protección del medio ambiente.

La sonda Lambda se sitúa en el trayecto de los gases de escape y mide su contenido de oxígeno con respecto al exterior. Esta información es requerida por la centralita para adecuar la mezcla de aire y combustible que entra en los inyectores. La relación más habitual entre éstos suele estar alrededor de 17,4 a 1.

Por esta razón, la sonda Lambda tiene dos partes: una que se sitúa en el exterior del tubo de escape y mide el O2 en ambiente, y la otra, que está en el interior y que trabaja a una temperatura de 300ºC o más. A pesar de ello, este sensor tiene una vida útil muy dilatada.

Algunos fabricantes recomiendan su revisión cada 20.000 o 30.000 km, pero pueden funcionar sin problemas más de 160.000 km. Los fallos en la sonda se acusan de inmediato en una pérdida de potencia en el vehículo, además de un aumento de su consumo de alrededor del 15%.

Su modo de funcionamiento es muy simple: en cada una de sus caras hay un electrodo de platino, separados por un electrolito cerámico, generalmente dióxido de zirconio. Ambos electrodos recolectan iones de O2 y así se crea una diferencia de tensión de entre 0 y 1 voltio.

La corriente generada se envia a la centralita que, según unas tablas de equivalencias que tiene programadas, modifica automáticamente la cantidad de combustible a pulvorizar en el cilindro.

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